sábado, 6 de junio de 2015

Una noche en el Delta del Llobregat

El día 3 del pasado mes se celebraba el International Dawn Chorus Day de 2015, como cada año el primer domingo de mayo. Este día se festeja el gran efecto sonoro provocaco por los cantos iniciales de muchas aves simultáneamente con los primeros rayos de sol al amanecer, y es de gran relevancia en Gran Bretaña.
Aquí, en Barcelona, tuvimos la idea de que el G.E.E.S. (Grupo de Exploraciones del Entorno Sonoro) organizase un evento como continuación de las salidas comenzadas con el World Listening Day del año pasado -verano14, otoño14, invierno15-, y aunque finalmente fue descartado, quedaron las propuestas de hacer algo ese día y de acercarse al Delta del Llobregat.
Pedro Montesinos realizó una impresionante grabación desde cerca de Molló, en el Ripollés, a 1400 metros de altitud.

Yo, que iba a ir, fui impedido por un fuerte resfriado que cogí unos días antes, pero no pude evitar que todo quedase en un aplazamiento para unos días después.

Así pues, cuando me vi recuperado y con tiempo decidí acercarme al Delta. Esto fue la noche del 7 al 8. El largo camino que hay desde El Prat hasta la zona de mar (a priori una de las mejores del Delta para recoger cantos de aves al amanecer), la inseguridad acerca de los horarios de los autobuses nocturnos y mi preferencia por llegar mucho antes de tiempo a correr el menor riesgo en atrasarme un poco -también desconocía cuando sería la hora exacta del "Dawn Chorus"- me decidieron a salir prácticamente a primera hora de la noche y a gozar de un paseo nocturno sonoro por el Delta del Llobregat.
Una vez allí, en la parte urbana de El Prat de Llobregat, me encontré en una zona industrial, en los límites de la Zona Franca de Barcelona. Aquí las fábricas no paran aunque sean las 02:20 de la noche. Lo notamos por la vista. Pero al espectáculo de las brillantes columnas de humo gris blanquecino se suma el sonido de la maquinaria junto a algún camión que pasa y también el olor desagradable que causan a menudo los procesados químicos (industria de celulosa, de reciclaje, quema de plásticos...). Por tanto, notamos también el trabajo de la industria y la polución que provoca a través del oído y del olfato. Quise experimentar con la grabación haciendo notar todo lo anterior de manera improvisada. El resultado: ciertamente deja mucho que desear (no se puede improvisar a la primera y a partir de la nada). Por otra parte, la idea parece que tiene posibilidades de éxito (mejor con otra voz).



Después de recorrer estos lugares, llego por la Av. Onze de Setembre al camino que ya me llevará hasta el mar, la Carretera de la Bunyola.
Pronto, hacia las 03:00, realizo las primeras grabaciones de sonidos de de la naturaleza. Un ruiseñor (Luscinia megarhynchos) que cantaba mucho y que producía el único sonido aparte de algún vehículo y de los procedentes del aeropuerto; en vista de que no parecía que fuese a parar y que me quedaba mucho camino por delante, decidí no estar mucho tiempo con él. Y el canto de unas ranas que producía un efecto muy impactante rodeado por el relativo silencio de todo lo demás.


Ante la perspectiva de que el tiempo avanzaba y no sabía cuánto tardaría en llegar, continué avanzando sin pararme más en las ranas, que era el principal sonido animal a lo largo del camino, que bordea uno de los canales de regadío que hay entre los campos de la zona.
Serían cerca de las 05:00 cuando vislumbré playas y mar. Después de un rato reconociendo el lugar decidí hacer un par de grabaciones largas fijando la grabadora. No están muy distantes la una de la otra (como se puede comprobar en los correspondientes mapas 275161 y 275198), pero sí hay diferencia debido a que la primera está algo tapada por unos árboles, mientras la segunda está mejor colocada para captar más sonidos y con mayor nitidez.

El continuo canto de los ruiseñores y otras aves durante estos momentos -desde antes de las 05:00 hasta las 06:00 pasadas- me impidieron reconocer esa explosión de cantos en cuya búsqueda salí, el "Dawn Chorus". Enfrente de esta realidad que reconocí en aquel instante, algo agotado ya, con pocas reservas para comer y beber y ante el largo camino de regreso que me esperaba, decidí comenzarlo entonces. No sin antes pararme a grabar desde cerca y con detalle el ruiseñor cantor que teníamos por allí.

(esta última grabación, quizá la mejor de la noche, también está en xeno-canto, pero dividida en dos fragmentos y en peor calidad por motivos técnicos debidos a las condiciones de la web, por otra parte excelente).
Un poco después me encontré con un rebaño de simpáticas cabras y ovejas con sus respectivas campanillas al cuello, que procedí a registrar. Pero entonces no quisieron ser menos algunos pájaros que había por allí que decidieron autoinvitarse a la grabación de la sinfonía matinal (esto sí debía de ser el Dawn Chorus). Sonaban al menos uno o varios ruiseñores bastardos (Cettia cetti), de los que sólo pude vislumbrar uno más tarde y desde lejos, a pesar de que en un fragmento de la grabación parece que lo tenga al lado del micrófono (y esa fue la misma sensación cuando estaba allí, pero por la vista, ni rastro suyo) y también al menos un carricero tordal (Acrocephalus arundinaceus).

De esta grabación extraigo el fragmento del ruiseñor bastardo invisible:

Entonces ya eran las 06:30 de la mañana, ya plenamente de día.

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